sábado, 7 de julio de 2012

Madeleine Quayat - El viaje de su vida


Lo que comparto a continuación es una traducción de un artículo publicado en setiembre de 2005 en el Salisbury Post sobre una pariente mía que vive en Estados Unidos y que un buen día decidió largarse a recorrer el país ella sola, a los 65 años y con solo U$S 2000 en el bolsillo. 


Aquí les dejo mi traducción. Espero que la disfruten tanto como yo disfruté redactarla.

Gracias a Kathy Chaffin por la nota que hizo para el Salisbury Post.



Era 14 de abril y Madeleine Quayat se estaba quedando sin esperanzas. Las facturas de los servicios habían vencido. Debía impuestos de su casa en Spencer. Nunca había tenido una licencia de conductor y no había trabajado en años. Los ahorros de su vida y su herencia se estaban terminando.
A la edad de 63 años, Madeleine se había convertido en una reclusa, saliendo ocasionalmente para ir a comprar comida. Toda la emoción había dejado su vida.

"Simplemente me ajusté a escuchar la tele", dice, "quizás a cantar de vez en cuando, hablando sola."
Madeleine había estado pensando en irse por un tiempo, un año al menos, e irse a lugares que siempre había querido ver. "Pensé, 'Dios, sería divertido si simplemente huyera, dejara todo atrás y viera cómo es Savannah o Miami' ", dice.

Ya había empezado a hurgar entre su ropa y sus pertenencias personales, habiendo tirado lo que no quería o dando cosas al Ejército de Salvación. Vació su refrigerador y lo dejó desenchufado.
Madeleine llenó un bolso de mano con cuatro vestidos y tres pares de zapatos. Llamó un taxi para que la lleve a la estación de ómnibus, donde compró un pasaje y abordó el bus a Savannah, Georgia. Se llevó $2.000, todo el dinero que le quedaba.
Ella recuerda mirar la llovizna por la ventana y pensar, "Oh Dios mío, he hecho lo correcto?" "Pero era demasiado tarde", ella dice.

Algo andaba mal

La hermana menor de Madeleine, Nancy Martino Stroupe de Salisbury, se dio cuenta de que hacía un par de días que no llamaba, pero no lo pensó mucho. Recientemente habían comenzado a hablar de nuevo tras tres años de alejamiento.
"Fue por una discusión tonta", ella dice.

Nancy le había enviado a Madeleine una tarjeta por su cumpleaños el 1° de marzo, y ella la llamó para agradecerle. Su relación retomó desde donde la habían dejado.
Aún así, no era inusual que pasaran varios días sin que hablaran. Nancy estaba ocupada con su trabajo y su marido Britt, y su hijo Anthony.
No fue sino hasta que su hermano llamó de Massachusetts que Nancy se asustó. Uno de los vecinos de Madeleine en Second Street había buscado su teléfono en Internet y había llamado.
La casa estaba vacía con las luces encendidas, le dijo el vecino, y Madeleine no podía ser hallada en ningún lado.
Nancy, una bibliotecaria médica del Centro Médico Hefner, estaba asustada. Reportó que su hermana estaba perdida al departamento de Policía de Spencer, pero después de investigar, el Jefe Robert Bennett se negó a poner a Madeleine en la base de datos de gente perdida porque dijo que la casa se veía como si ella deliberadamente hubiera decidido irse.
Pero eso no era típico de Madeleine, Nancy insistió.

Aunque sus padres jamás habían evaluado a Madeleine para ver si tenía alguna discapacidad de desarrollo o enfermedades mentales, Nancy dice que era obvio que algo andaba mal. Después de conseguir buenas notas en la escuela, se había vuelto más y más excéntrica mientras envejecía.
Socializar era especialmente difícil para ella.
Madeleine había trabajado como asistente de enfermería en Nueva York por años. Funcionaba bien en situaciones que eran repetitivas y sabía exactamente qué iba a suceder.
Pero al minuto que algo cambiaba o tenía que pensar fuera del esquema, dice Nancy, Madeleine se ponía nerviosa y no pensaba que podría hacerlo. A veces, ni siquiera lo intentaba.
Era completamente fuera de su carácter que dejara la casa y no le dijera a nadie, le siguió diciendo Nancy a la policía.

La vida en Savannah

En Savannah, Madeleine dice que "simplemente enloqueció."
Aunque su familia había vivido en Argentina y Uruguay antes de mudarse a Nueva York cuando Madeleine tenía 12 años, nunca antes había estado realmente sola en algún lado. "Hice lo que quise y hablé con quien quise", dice, "y nadie me prohibió hacer nada."
Los hoteles eran caros, $89 por noche e incluso más. Madeleine sabía que su dinero no iba a durar mucho gastando tanto por una habitación, así que se quedó en la estación de ómnibus, durmiendo en una silla y lavándose como podía en el baño.
Trató de ir a un refugio para gente sin techo en la cuadra de enfrente, pero estaba lleno. Madeleine volvió a la estación de ómnibus. Cuando fue a un Dunkin' Donuts, vio un cartel en la puerta que decía "Abierto las 24 horas", y preguntó a los empleados cuánto tiempo podía quedarse.
Mientras comprara, le dijeron, así que Madeleine bebió café, comiendo ocasionalmente del Deli, por dos días enteros.
"Entonces tres policías vinieron para acompañarme hasta la salida", dice.
Ella volvió a la estación de ómnibus.
"Simplemente iba saltando de aquí para allá para ver cuál iba a ser más cómodo", dice. "O iba a esperar hasta que me volvieran a echar."
Madeleine habló con la gente que esperaba los micros, llegando al punto que una vez se hizo amiga de gemelas que luego fueron halladas asesinadas. Tenían alrededor de 21, dice, bien vestidas y esperando un micro a Brunswick.
"Habían estado ahí tres días", ella recuerda. "Estaban en un programa de trabajo. No sé qué tan cierto era eso, y tenían un perfume carísimo. El lugar entero olió a su perfume por un buen tiempo."
Su padre llamó a la estación de ómnibus preguntando si alguien las había visto, pero para ese momento, Madeleine dice que ya se habían subido al micro. Descubrió lo que pasó cuando la policía llegó un tiempo después.
"Recuerdo despedirme de ellas y desearles suerte", dice, "y que por favor fueran cuidadosas y se cuidaran mutuamente. Siento no haber podido cuidarlas más de lo que hice."
No mucho tiempo después de eso, a Madeleine le dijeron que no podía quedarse más en la estación de ómnibus. "Savannah fue una gran decepción", dice.
Compró otro pasaje y se fue a Miami.

Sin ayuda en casa

De vuelta en Salisbury, Nancy no sabía que hacer.
En las semanas que siguieron, escuchó sobre Natalee Holloway, la adolescente de Alabama que desapareció en Aruba, y otros casos de personas perdidas.
"Me estaba volviendo loca", dice, "porque me di cuenta de lo difícil que es hallar a una persona perdida. Y en ese punto, me di cuenta de lo que podía pasarle a alguien que estaba solo de esa manera."
Nancy dice que siguió llamando al Jefe Bennett. "Yo diría, 'por qué no hicieron algo?' " ella dice. "El decía, 'Hicimos todo lo que pudimos. Ella se fue voluntariamente.'
"Yo dije, 'No, no es capaz de eso. No hay forma de que haya hecho eso."
Cada vez que llamaba, Nancy decía que Bennett era muy gracioso y muy paciente. "Estoy segura de que pensó que eventualmente me haría a la idea de que la gente desaparece voluntariamente y no quiere ser hallada."

A Miami

Madeleine siempre se había sentido muy intrigada por Miami. Había leído en revistas y había escuchado en la televisión sobre las celebridades que vivían allí y no podía esperar a verlo por sí misma.
"Me divertiré tanto yendo a todos los boliches", dice que pensaba para sí en el viaje en micro.
Luego de su experiencia en Savannah, Madeleine no se detuvo mucho en la estación de ómnibus. Consiguió una habitación en un hotel cercano llamado los Siete Mares en Biscayne Boulevard por $38 por noche.

"Eso era un poco más barato", dice, "y tuve sábanas y toallas limpias."
Madeleine hizo amistad con el dueño, Thomas Lee de Bangkok, Tailandia, y cuando él y otros en el hotel descubrieron que hablaba español fluidamente, la llamaban para oficiar de traductora con las empleadas.
"Todos me llamaban, preguntándome 'qué está diciendo?' ", dice. "Por favor dígale...' Yo les decía 'voy a empezar a cobrarles por esto.' "
Madeleine también ayudó en la recepción, y luego de un tiempo, el Sr. Lee incluso le ofreció un trabajo.
"Conocía la rutina, pero no quería el trabajo", dice. "Había visto a esta pobre mujer tras el mostrador soportando todo tipo de agresiones. No me gustan las quejas, y habían muchas. Iba a terminar diciendo, 'sólo métase en su habitación, quédese callado y déme su dinero."
Quería ver los barcos en el puerto mientras estaba allí, dice Madeleine, pero el océano estaba a 30 millas y temía gastar su dinero en taxis.
"Así que simplemente merodeaba por el hotel y caminaba por allí, visitando a la gente en sus habitaciones", dice. "Era divertido."

El lado más sórdido

Después de un tiempo, Madeleine se acostumbró a las idas y venidas en el Siete Mares.
Los lugareños estaban peleando constantemente y discutiendo en el estacionamiento. "Y yo no me metí", dice.
Madeleine también vio prostitutas haciendo negocios y llevando clientes a las habitaciones. "Las veía entrar, pero nunca salían", dice. "Por supuesto, no dije nada."
Muchos de los ocupantes le dijeron que solían usar sus prestaciones sociales para quedarse por largo tiempo. Los lugareños llamaban "Pequeña Haití" a la parte trasera del hotel por todos los haitianos que vivían allí. "Estaban muy ocupados bailando toda la noche", dice. "No me dejaban dormir, pero me acostumbré."
El Siete Mares en Biscayne Boulevard era un edificio de estilo español antiguo que parecía estar muy bien hecho. Cuando la tormenta tropical Irene golpeó la ciudad, Madeleine dice "no tuve miedo para nada de que fuéramos a salir volando."
Durante todo el tiempo que estuvo en Miami, Madeleine dice que nunca tuvo miedo. "Sentí como si alguien estuviera mirando por sobre mi hombro", dice. "Siempre me sentí segura."
Nunca nadie trató de sacarle su bolso. Probablemente haya ayudado, ella dice, que se viera como una persona sin techo.
"Si la gente me pedía dinero en la calle", dice, "yo les decía, 'No. Pareciera que estoy trabajando?' "
Luego de algunas pocas semanas en el hotel, Madeleine comenzó a preocuparse por su dinero en disminución, así que trató de meterse en un refugio para gente sin techo de la zona.
Durante una evaluación de salud mental y física requerida para ser admitida, le diagnosticaron hipertensión y bronquitis y la admitieron en el Hospital Jackson Memorial por tres días.
Allí, Madeleine dice que habló con pacientes con desórdenes mentales severos.
"Les hablaba", dice, "y eran gente completamente diferente después de una hora de conversación. Me contaban sus historias de vida."
Se encariñó mucho con un veterano de la Guerra de Vietnam llamado Mike, que le contó que asesinaba gente para la Mafia.
"Por supuesto, qué tan cierto es eso, no lo sé", dice. "Él era un lío. Me abrazó cuando me fui y me dijo, 'Madeleine, puedo irme contigo?'
"Le dije, 'No, Mike, me voy a casa'."
Pero no lo hizo.

Mudándose a un refugio

En cambio, Madeleine fue al refugio, donde tomó clases de habilidades de vida y terminó abandonando después de una semana. "Simplemente eran insoportables", dice.

Durante todo el tiempo que estuvo, Madeleine dice que el equipo trató de convencerla para que llame a su hermano o hermana.
Mirando atrás, dice que no sabe por qué no los llamó. "Podrías llamarme estúpida o desconsiderada porque sabía que estaban preocupados", dice.
Aunque no trató de contactarlos, Madeleine dice que pensó un montón en su familia.
"Mi infancia pasaba delante mío", dice. "Pensé en el colegio privado y en lo cómoda que estaba y lo segura que estaba con papá y mamá. Deseaba poder volver a esos días.
"A veces estaba tratando de dormir y volvía atrás y pensaba en mi abuela. Podés volver atrás en tu memoria sin costo, y nadie nunca lo sabrá."
Excepto por otra breve estadía en el hospital, ella pasó sus últimas semanas en Miami de vuelta en el Siete Mares. "Pero me estaba costando mucho", dice, y su dinero se estaba acabando.Una cosa de la que dice que siempre se aseguró fue que tuviera suficiente dinero para volver a casa.
A través de los años, Madeleine dice que había escuchado a su madre y a Nancy hablar de irse de vacaciones a Myrtle Beach en Carolina del Sur, pero nunca había logrado ir.
"Estaba pensando en que Myrtle Beach sería mi última parada antes de volver a Spencer", dice.
Así que compró otro pasaje de micro y puso rumbo al norte.

En el Paseo Marítimo

En Myrtle Beach, Madeleine se quedó en el Pabellón del Paseo Marítimo, durmiendo en los bancos por la noche y duchándose en la arcada. "Tenía mi propio jabón", dice.
La mayoría de la gente pensaba que no tenía hogar. "No me pedían que me fuera porque sentían pena por mí", dice. Hacía calor de día y estaba húmedo y frío por la noche. Se ponía su sweater para mantenerse caliente.
"Solía ver las olas del océano venir con la marea baja", Madeleine recuerda, "y pensaba en todas las embarcaciones que se deben haber hundido, todos los tesoros escondidos que nadie jamás verá."
En la playa, Madeleine dice que todo el mundo era amable con ella. Trató de conseguir un trabajo sirviendo helados, pero todos los puestos estaban ocupados por adolescentes.
Pasó al menos una semana en la playa, sentada en un banco y escuchando un músico tocando música country y canciones del oeste. La mayoría del tiempo, Madeleine comía en un refugio para gente sin hogar que estaba cerca. El café era bueno, todo era gratis, y a nadie parecía importarle si pedía algo más.
Uno de los empleados del lugar dijo que estaba preocupado porque ella no se ajustaba. "No creo que pertenezcas aquí", dice que él dijo.
Madeleine le dijo que estaba allí temporalmente. Le dijo que trató de encajar y de reírse para no llamar la atención. "Era conocida como la persona con la sonrisa de las 24 horas", dice.
Cuando tenía miedo o se sentía desalentada, dice que trataba de pensar en cosas alegres. "Trataba de sacarme de cualquier miedo que tuviera", dice. "Dije, 'nunca volveré a casa con este tipo de comportamiento y actitud', así que lo cambié."
Ocasionalmente, alguien le daba helado italiano o dinero para comprarse un helado.
Le estaba yendo bien, dice, hasta que se durmió en un banco durante el calor del día. "No tenía zapatos puestos", dice. "Los tenía conmigo, pero no puestos. Gran error."
Para el otro día, había desarrollado un serio caso de envenenamiento de sol en sus pies. "Debo haber causado más daño de lo que pensé", dice.
El patrullero Milton Adams del departamento de Policía de Myrtle Beach estaba patrullando, dice, cuando un guardia de seguridad del pabellón le hizo señas y le dijo que estaba preocupado por una mujer mayor que se estaba quedando allí. Adams dice que le echó una mirada a las ampollas en los pies y las piernas de Madeleine y llamó una ambulancia para que la lleve al hospital South Strand. Mientras estaban esperando que llegara la ambulancia, Adams dice que se sentó y habló con ella.
Madeleine le dijo que tenía una casa en Carolina del Norte y una hermana que vivía en Salisbury. "Terminé sonsacándole el nombre y el número de teléfono de su hermana", dice.
Una vez que la ambulancia llegó, Madeleine tomó el tiempo que le tomó llegar hasta el hospital. "Fue como un mecanismo de relojería", dice. "Fueron fabulosos conmigo."
El personal de la sala de emergencia del hospital South Strand trató sus quemaduras, le hizo prometer que jamás volvería a dejar su piel expuesta y le pagó el taxi de vuelta hasta el pabellón.
Cuando se fue, Madeleine dice que les dijo que se iba a casa.

Sintiendo que estaba bien

De vuelta en Salisbury, Nancy había comenzado a sentir que Madeleine estaba bien.
"No me preguntes por qué", dice. "Pero cuanto más tiempo pasaba, pensé, 'Bien, quizás haya ido a Argentina porque tenemos primos y tías allí'."
Había chequeado si Madeleine había aplicado por un pasaporte. Cuando descubrió que no, Nancy pensó que quizás se había ido a Ohio a quedarse con parientes.
"Hay lugares a los que podría haber ido", dice. "Pensé que iba a llegar un momento en el que sabría de ella o me llamaría."
Nancy dice que también consideró la posibilidad de que Madeleine pudiera estar viviendo en un hotel barato en algún lado.
"No es de alto mantenimiento", dice. "No es una persona que gaste mucho para alimentarse y vestirse. Pensé que probablemente estuviera haciendo eso, y se le iba a pasar rápido y me iba a llamar.
"Sentí eso."

Recibiendo la llamada

Resultó ser que no fue Madeleine quien llamó. Fue el patrullador Adams. La fecha era 21 de julio y Madeleine había estado perdida por más de tres meses. Llena de alegría por saber que su hermana esta bien, Nancy dijo que estaría feliz de ir a buscarla, pero quería asegurarse de que Madeleine estuviera dispuesta a volver a casa. Adams le dijo que le preguntaría y la llamaría nuevamente.
Encontró a Madeleine en el pabellón a la mañana siguiente y llamó a Nancy otra vez. Cuando le dijo a Madeleine que Nancy estaba al teléfono y que la amaba y que quería que volviera a casa, Adams dice que Madeleine se quebró y comenzó a llorar. "La dejé hablar con su hermana", dice. "Eso fue un viernes a la mañana", dijo Nancy. "Me fui alrededor de las doce y media".
Madeleine y su hermana se emocionaron por la amabilidad de Adams. "La llevó a la heladería", dice Nancy, "y compró un helado a ella y uno para él antes de llevarla a la estación de policía". Una vez que llegaron, le pidió que esperara en el lobby. Ella dice que no le importó. Tenía aire acondicionado. Habían revistas para leer, le dieron comida precocinada para que almuerce y había mucho para mirar sucediendo a su alrededor. "Nunca sabés con qué te vas a encontrar simplemente estando ahí sentado", ella dice. "Estaba mirando estos pobres diablos. Dos personas que habían sufrido el robo de sus billeteras. Les dije 'lo siento. Desearía poder darles el dinero que perdieron'."
Madeleine aún estaba en el lobby cuando Nancy llegó a las cinco. "Estaba tan feliz de verla", dice Madeleine. Adams dice que fue conmovedor ver a las hermanas reunirse. "Estoy feliz de que todo haya funcionado como lo hizo", dice.
"Llegué a casa y le conté la historia a mi esposa. Realmente disfruto ese aspecto del trabajo. Tenemos suficientes cosas malas con las cuales lidiar, pero cuando podés hacer algo así, es muy gratificante".
Aunque había planeado quedarse la noche antes de volver, Nancy dice que ambas estaban ansiosas por volver a casa así que decidieron regresar esa misma noche. Madeleine habló todo el tiempo, contando historia tras historia sobre los lugares donde había estado y la gente que había conocido. Antes de dejar Myrtle Beach, Madeleine dice que Adams le preguntó si se iba a volver a escapar. "Le dije no, no, nunca más. Ya tuve mi viaje". "Fue la aventura de tu vida", agrega Nancy. "Fue una aventura", dice Madeleine. "Lo gracioso es que tantas cosas pudieron haber salido mal. Fue como si hubiera habido alguien detrás mío cuidándome".
Madeleine dice que no es una persona particularmente religiosa. "Creo en Dios, pero no rezo a cada rato", dice. Aún así, se sintió protegida. "Alguien debió haber estado ahí. Quizás era Nancy". Su hermana la interrumpe. "Nancy no tiene esa clase de autoridad", dice. "Quizás hayan sido mamá y papá", dice Madeleine. "No lo sé, pero alguien fue".

De vuelta en casa

Durante las primeras semanas después de su regreso, Madeleine se quedó con Nancy y su familia en su casa de North Caldwell Street.
"No puedo creer estar de regreso", dice. "Es como si estuviera soñando. Me despierto y miro el cielorraso, y sé que no es el hotel o el refugio". "O el cielo azul", su hermana se mete. "Sé que esta es la casa de Nancy", continúa Madeleine, "y vengo y veo las mascotas y hablo con ellas".
Desde aquel entonces, Nancy le encontró a Madeleine un hogar en el complejo de departamentos en Fleming Heights para gente mayor de 55. También hizo arreglos para que la casa de Madeleine se rematara y está separando el dinero de la venta para pagar los gastos de su hermana.
Para intentar conseguir que le aprueben los beneficios para Medicaid o por discapacidad, Nancy también hizo que diagnosticaran a Madeleine para ver si tenía alguna discapacidad de desarrollo o alguna enfermedad mental.
Luego de una evaluación exhaustiva, se descubrió que tiene Síndrome de Asperger, un trastorno neurobiológico en el cual los pacientes exhiben comportamientos similares a aquellos de los autistas y deficiencias en las habilidades sociales y comunicativas. Aunque el diagnóstico se volvió oficial en 1994, el Síndrome de Asperger solo ha sido reconocido por profesionales hace pocos años. Tras leer sobre la enfermedad, Nancy dice que halló muchísimas explicaciones sobre el comportamiento de Madeleine. "Son sus excentricidades que la delatan", dice. "Pensábamos que a lo mejor podía ser bipolar".
Madeleine parece estar feliz en su nuevo hogar. Nancy dice que lo está disfrutando tanto que incluso rechazó su invitación para que la visite este fin de semana por el feriado del Día del Trabajador. "Me dice 'estoy tan en paz y tan feliz aquí que no quiero irme'", dice. 
Por un tiempo luego de haber llegado a casa, Nancy dice que Madeleine hablaba sin parar sobre su viaje. "Creo que lo que le pasó fue que tuvo una subida de adrenalina increíble con la cual se sentía como si pudiera hacer cualquier cosa", dice. "Creo que cada día era un reto para ella para mantenerse en carrera". Pero durante los últimos días, Nancy dice que apenas lo menciona. "Ahora que está en casa y en un ambiente seguro y es feliz, creo que se está dando cuenta del riesgo en el que se puso. Es una especie de decepción".

domingo, 17 de junio de 2012

Cambio de DNI

Después de revisar los favoritos que tengo guardados en mi carpeta de marcadores del Chrome, me di cuenta de que si no quería tener problemas con un colega, me iba a tener que ver en la obligación de rebautizar el blog. Jugando A Traducir ya existía de antes, es un excelente blog (aunque un poquito desactualizado) de un colega que se dedica a la traducción de videojuegos. Les dejo el link por si gustan verlo: jugandoatraducir.wordpress.com.

sábado, 9 de junio de 2012

The heartless translator

Clockwork Heart Luke, by Luca Baggio
(http://lucabaggio.blogspot.com.ar)
All rights reserved
Pequeño texto que encontré en la página de Facebook de translartisan.


Once upon a time, there was this poor translator with a worn-out heart. After living a thousand loaned lives and riding the frantic roller coaster of getting into and out of the skin of a myriad of characters penned and fleshed out by others, after spending a thousand sleepless nights and dreaming of unsolvable ambiguities and impossible deadlines when he did get some sleep, the fibers of his heart had gotten threadbare.

Doctors were helpless at fixing such a life-threatening problem, until one of them came up with the idea of the clockwork machine. It was implanted right inside the hollow space that used to hold his heart, and it started working right away—tick, tack; tick, tack. The translator soon recovered his health, but never got his magic back. He was still able to translate to the best of his mind, but he was missing a heart. And a heart is not something a translator can do without.

The heartless translator,
by Nora Torres, May 2012 

miércoles, 6 de junio de 2012

The Pursuit Of Happyness (*)

Solo aparezco brevemente para compartir una pequeña perlita de felicidad: logré aprobar las dos cátedras que necesitaba para poder comenzar a cursar Introducción A La Traducción :)

Prometo que después del 13 de junio vuelvo para postear una entrada con URLs de blogs de colegas estudiantes y traductores profesionales que considero que vale la pena seguir.

¡Un abrazo!

(*)http://en.wikipedia.org/wiki/The_Pursuit_of_Happyness. Se las recomiendo si no la vieron aún.

sábado, 2 de junio de 2012

Welcome aboard

Hace mucho que no escribo en un blog, así que disculpen si mi primera entrada es una porquería.

Creo que lo más indicado en un caso como este es presentar a la autora. 

Soy María Cristina, estudiante de Traductorado Público en Inglés de la UCA desde marzo de 2010 y muy orgullosa y contenta de serlo a pesar de la tremenda exigencia de la facultad. Tengo 29casi30 años, de los cuales me he pasado unos 22 aprendiendo inglés mayormente por mi cuenta. Laburo para un par de ONGs como traductora voluntaria y doy clases de inglés a quien quiera y pueda. 

Este blog pretende más que nada ser una pequeña guía para aquellos que están en el mismo camino, aprendiendo a traducir y buscando el modo de introducirse en el mercado laboral. En otras entradas trataré de compartir con quien se atreva a entrar a este blog algunos links con datos que puedan resultar interesantes y útiles para quien los lea. 

Y hasta acá me da la inspiración para este primer post. 

Confío en que volveré pronto a redactar la primera entrada en serio. Si no es en estos días, será después del 19 de junio, fecha de mi último parcial. 

Saludos y ¡bienvenidos!